martes, 10 de enero de 2017

Hacia un Paisaje Urbano Sustentable

Por: Mora Kestelman

“¿Que es una ciudad? Un lugar con mucha gente. Un espacio público, abierto y protegido. Un lugar, es decir un hecho material productor de sentido. Una concentración de puntas de encuentros. En la ciudad primero son las calles y plazas, los espacios colectivos, luego vendrán los edificios y las vías. El espacio público define la calidad de la ciudad, porque indica la calidad de vida de la gente y la cualidad de la ciudadanía de sus habitantes (Borja 2001; 391)1 .

¿Cómo recuperar lugares con mucha gente? “El retorno a la vida auténtica está simbolizada por el paisaje; entonces, ¿todo es paisaje? ¿paisaje es igual a mundo? ¿sería mejor decir los paisajes son nuestros mundos? Esos mundos son el reflejo de nuestras miradas (o sea imágenes), tanto exteriores como interiores, tanto pragmáticas cuanto artísticas, tanto representaciones como objetos físicos, tanto estados del alma como necesidades vitales” (Berjman 2016; 3).2

La fractura de relaciones sociales y la ausencia de identidad y de apropiación de espacios colectivos ofrece tejidos desarticulados que comprometen a la forma física de la ciudad, con habitantes encerrados tras muros, barreras y cercos. Las tendencias de segregación aumentan el riesgo de violencia ayudando a perpetuarla o, alternativamente, proteger contra ella.

La sensación de (in)seguridad en el espacio público está íntimamente ligada a la desconfianza colectiva sobre un otro amenazante así como a la falta de solidaridad y de experiencias compartidas. Prevalecen en cambio lugares carentes de deseos sociales, de estímulos sensoriales y de vínculo de pertenencia. La competencia espacial es central para la adaptación humana.

De tal modo, las articulaciones entre espacio público e infancia ofrecen ciertas constantes que permiten explicar sus rasgos constitutivos: consolidadas estructuras artificiales, opresivas, clasistas y jerárquicas, que condicionan comportamientos de repetición extenuante. Inhibiendo la percepción sensorial que calma, alimenta la creatividad estimulando los sentidos y la imaginación.

En 1997 el Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos declaró que el bienestar de los niños es el mejor indicador de un hábitat saludable, de una sociedad democrática y de un buen gobierno. Todos los seres móviles deben ser capaces de organizar sus acciones en el mundo espacial, es decir, el conocimiento espacial es esencial para vivir en el mundo.

El conjunto de esquemas generativos a partir de los cuales los sujetos perciben el mundo, según Bourdieu,  son al mismo tiempo estructurantes. Productores de sus pensamientos, percepciones y acciones. Avanzando sobre la idea anterior, siguiendo a Tella (2015; 33)3 , “En las periferias, el proceso de cambio genera nuevas relaciones entre espacio, poder e identidad. Mediante símbolos y elementos materiales tiende a ordenar y a reconfigurar el territorio, la población, las inversiones”.

Mediante la socialización los individuos aprenden quienes son, a donde pertenecen, así como valores normas y habilidades propias de la cultura. La obscena falta de cohesión urbana pone en evidencia la necesidad de una agenda metropolitana que articule estrategias de inclusión en el espacio público de los diferentes colectivos sociales que comparten el territorio.

Contamos con diversas iniciativas como antecedente que abordan la problemática de niños y niñas invisibilizados y violentados en la calle, que no han pasado de ser ilusiones normativas, excepciones sectoriales o “Un poco de cosmética a un crudo entendimiento comercial entre empresa y autoridad, estado ausentes los principales actores, los ocupantes” Borthagaray (1985; 214).4

Desde esta perspectiva cabe preguntarnos: ¿niños y niñas no hacen ciudad? El Convenio Europeo del Paisaje (2000)5 entiende por tal cualquier parte del territorio como lo percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y de la interacción de factores naturales y humanos donde la relación con los otros y con el medio ambiente se realiza de manera natural.

De modo que la forma activa de vivir la ciudad de los niños y niñas, a partir de la cual además adquieren valores y actitudes hacia el mundo que le rodea, entra en conflicto con la visión de infancia instalada en el imaginario colectivo. El niño descubre quién es en cuanto aprende lo que es la sociedad. Este aprendizaje solo puede ocurrir en interacción con otros seres humanos.

Entre mayor cantidad de oportunidades tenga un niño y entre más ricas sean las experiencias con el ambiente, el niño podrá desarrollar de la mejor manera su potencial y será más probable que crezca para ser un adulto responsable, comprometido y empático. Los padres son la influencia principal pero realmente se requiere todo un pueblo para criar a un niño (Witt, 2012)6 .

Lineamientos para un desarrollo sustentable

Para construir paisajes urbanos, caracterizados por la autonomía y la exploración, que envuelvan nuestra vida, basados en el respeto y en el estímulo a la responsabilidad de los niños con espacios públicos de identidad propia, siendo la relación con la naturaleza una necesidad fundamental, planteamos una serie de claves para un desarrollo sustentable:

● Cohesión colectiva y participación: articular el deseo individual con la necesidad colectiva para crear espacios de disfrute e inclusión. Lo que hace a las personas más solidarias es que experimenten lo mismo, así como por ejemplo la participación activa en el saneamiento ambiental: huertas y áreas de secuestro de carbono generadoras de fauna.

● Destacar la imagen estructural: potenciar la accesibilidad, preservando al mismo tiempo el espacio vital, controlando el tránsito vial y el uso del espacio en distintos horarios. Los niños descubren y conquistan con una potencialidad notable de relación intergrupal, donde distintos elementos cumplen un papel importante en la orientación, constituyendo la imagen urbana de su entorno

● Estimular la percepción sensorial: alentar el disfrute de diversos aromas, texturas, sonidos e imágenes. Éstos, a su vez, determinan las condiciones de confort del espacio público. Es necesario intervenir mediante materiales a partir de los datos climáticos, las condiciones acústicas del ambiente en los distintos horarios y una ergonomía flexible a la orientación visual.

● Revitalizar el entorno urbano: respetar el lugar del otro, donde el sujeto encuentra su lugar significante. El patrimonio es una herramienta generadora de vínculos de pertenencia. En su apropiación cotidiana y el uso de sus espacios, se encuentra la clave para la revitalización de la identidad colectiva, una oportunidad para abrazar distintos comportamientos y estimular la identificación simbólica.

● Consolidar la escala urbana: garantizar la continuidad temporal a través de la gestación de una agenda metropolitana involucrando a los diversos actores locales es otro punto clave. La calidad de las instituciones en la gobernabilidad metropolitana es básica para ejecutar políticas públicas en el marco de los intereses complejos del crecimiento metropolitano.

Con esta serie de claves para el desarrollo sustentable se propone comenzar a atender las necesidades de la infancia en conjunto con el saneamiento del ambiente para gozar de una ciudadanía más plena mediante la cohesión colectiva y democrática, que trascienda cualquier ámbito local, sabiendo que -como refiere Borja (2001; 393)-, “es inversión económica y es justicia social”.

Los Derechos Humanos Universales de 1948 declaran que la infancia tiene derecho a cuidados y asistencia especiales. Su lugar en la sociedad, el cual está claramente ligado a su relación con la ciudad y su imagen estructural -a partir de estímulos físicos que defiendan la aventura, el juego, la invención y la creatividad- desencadenaría ciertas pautas de comportamiento o predispondría a ellas.

Según UNICEF (2012)7 nuestro país se ubica en el grupo de países con mayor porcentaje de población urbana (78%) y se estima que para el año 2025 el porcentaje de población infantil a nivel mundial se incrementará al 60%. Ubicándose actualmente la población infantil en la franja de mayor densidad poblacional.

La inclusión de las condiciones aquí planteadas en la planeación y diseño de espacios públicos abiertos será indispensable para garantizar que el espacio incida de manera positiva en el desarrollo de los niños como ciudadanos. La aplicación de sus derechos es un factor fundamental para la transformación social ya que en las manos de la niñez está la construcción de una nueva sociedad.

El aprendizaje desestructurado e informal es esencial en todas las etapas de la infancia; para el desarrollo individual e incentivar el proceso de socialización. Entrar en contacto con elementos naturales es una necesidad innata de los niños que sencillamente incita a la autonomía, la colaboración, la curiosidad y la creatividad.

En consecuencia, con un paisaje sustentable será posible satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las futuras. Y en términos de sustentabilidad social, el espacio público promoverá una mayor mixtura de sectores de la población con diferentes ingresos, empleos, edades, géneros y tradiciones. Se trata de la gestión inteligente de lo común.

Recuperando a Heidegger, “Construir, así como poetizar, es dejar habitar” (2001; 139). A partir de la entidad y de la centralidad del uso del espacio y desde la evocación de su propia narrativa los niños serían capaces de transformar su propia historia favoreciendo la construcción de su propio sujeto de derecho. Abrir momentos de libertad garantizaría la igualdad, la democracia y la libertad como valores sociales de este nuevo paisaje.

Fuentes:
© Mora Kestelman y Sofía González
© Mora Kestelman y Sofía González
Borja, Jordi (2001): “La ciudad del deseo”, “La ciudad construida urbanismo en América Latina”, Flacso Quito, Ecuador.
 Berjman, Sonia (2016): “Ciclo de Conferencia ICOMOS: Consejo internacional de monumentos y sitios” Buenos Aires.
Tella, Guillermo (2016): “La periferia. Representaciones simbólicas y representaciones discursivas “. En: “Espacio, poder e identidad. Hacia un estatus urbano de lugar”. Buenos Aires, Ediciones UNGS.
 Borthagaray, Juan Manuel (1985) “Summa Temática Nº 214”, Estudio Borthagaray, Gastellu, Marre.
Consejo de Europa (2000): “Convenio Europeo del Paisaje”.
Witt, Susan D. (2012): “Notes on theoretical views of parenting: Erik Erikson, Urie Bronfenbrenner and Systems Theory” http://gozips.uakron.edu/~susan8/devparch/theorists.htm
UNICEF, UNCHS, & Habitat. (1997): “Children’s Rights and Habitat. Working towards child-friendly cities.” Nueva York.

martes, 13 de diciembre de 2016

La Arquitectura de la Derrota (o cómo aproximarse a la problemática de las periferias)

Por: Percy Juarez Sifuentes
La ausencia del estado, falta de planificación y la ineficacia de las autoridades ante la ola de inmigración de hace algunas décadas han dado como resultado sectores marginales y periféricos en donde el nivel de vida es apenas tolerable, en los mejores casos. Ante esta situación, desde hace ya varios años, han surgido iniciativas privadas a cargo de ONGs y la Iglesia que buscan mejorar las condiciones de habitabilidad en las periferias.
De la mano de los propios habitantes se vienen ejecutando diversas intervenciones que buscan mejorar las condiciones de vida y aminorar el impacto de posibles desastres naturales. Pero al margen de la buena intención y la legítima motivación se encuentra una manera errónea de entender el problema. Todas estas iniciativas basan su accionar en las condiciones de informalidad y marginalidad en que se encuentran las periferias malentendiéndola como una creativa espontaneidad, y con este accionar se continúa manteniendo a sectores menos favorecidos separados del resto de la sociedad. Es decir, se está tapando un hueco, cuando lo que hay que hacer es rellenarlo.
Y es que donde hay lástima, no puede haber respeto. La aproximación que tienen estas organizaciones a las poblaciones marginales es el de la eterna emergencia, de considerar que el otro está desvalido ante el Estado y los intereses de las corporaciones y que a través de las iniciativas de la gente y de su constante movilización se lograrán cambios. No es tan fácil.
Es cierto que hay amplios sectores de la población que se encuentran en total abandono, pero esta aproximación desde la lástima no es mejor que el acercamiento codicioso de las corporaciones. Los proyectos de caridad para la población empobrecida no solamente ratifican su status quo de eterno desvalido, o de “Población Vulnerable” sino que también, al inculcar la idea de que se pueden lograr cosas al margen de las autoridades, se le priva de la posibilidad de una participación plena en la sociedad. Todo esto, claro está, originado desde una sensibilidad bien intencionada y quizá por eso no se señala ni critica.
Pero esta postura paternalista también ha sido usada por regímenes segregacionistas que ahora resultarían inaceptables. Dos ejemplos: durante el Virreinato, para efectos legales, se consideraba que los indios que no eran nobles eran menores de edad, es decir, no podía ejercer sus facultades. Otro ejemplo, más reciente, señalado por el filósofo Slavoj Žižek: El Apartheid, ese sistema detestable que regía en Sudáfrica, este sistema atroz no se basaba en un rechazo a los negros si no que uno de sus postulados era ‘proteger a las tribus, que aún no estaban preparadas para los valores occidentales’. Digamos que por “default” la forma básica de racismo y segregación es rechazar a otro grupo humano.
Pero, aparte de esta forma básica existe otra, más sutil, difícil de detectar, pero no mejor que la otra. Esta, consiste en idealizar al otro, en atribuirle logros y enaltecer hipócritamente su cultura, ensalzándolo tal como en la época de la ilustración como Buen Salvaje, poner a cierto grupo como un eterno necesitado, y negándole una participación activa, con derechos y deberes en la sociedad. Es cierto, estas iniciativas surgen ante la inacción de las autoridades, pero es justamente por eso que no debemos perder la perspectiva y exigir a las autoridades que cumplan su función y esto implica hacer participar totalmente a la población en el sistema, es decir, tributando y dirigiéndose hacia la formalidad. Sólo así se logra una verdadera integración y se articula a un amplio sector de la ciudad.
No debemos asumir heroicamente el rol que debería tener el Estado, porque entonces se estaría cayendo sin quererlo en esa asquerosa demagogia y cínica posición retratada magistralmente en la película Ciudadano Kane“If I don't look after the interests of the underprivileged, maybe somebody else will, maybe somebody without any money or property...and that would be too bad! “Debemos hacernos cargo de los pobres, porque de lo contrario, ellos se harán cargo de sí mismos”.
PREVI es uno de los ejemplos más claros en el que se puede ver como esta aproximación basada en los usos y costumbres no ha sido adecuada, y más bien, partiendo de sus propios intereses y aspiraciones, es decir, cambiando la manera en la que vivían, los habitantes han adaptado de la manera más humilde y pragmática sus viviendas con respecto a las pretensiones paternalistas del diseño original. Absolutamente todos los módulos de vivienda han sido transformados hasta el punto de resultar irreconocibles con respecto al diseño original y ahora tienen un aspecto que es más cercano al de sectores consolidados. Con esto se evidencia que las soluciones de emergencia, o que se creen que son Ad Hoc para los sectores marginales, de ninguna manera son afines a los objetivos que tiene la población. Debemos recordar lo que se pide en una de nuestras canciones más populares: No me compadezcas”.
El último ganador del PritzkerAlejandro Aravena, es el arquitecto que dirige Elemental, una oficina de arquitectura que se define como un Do Tank. Bajo esta línea de trabajo, de enfrentar el problema directamente y con carácter de emergencia, no está viendo que el problema va más allá de los alcances de la arquitectura. Todas estas iniciativas han caído en la miope urgencia, como lo evidencia la edición de la bienal de Venecia “Reporting From The Front” que también fue dirigida por Alejandro Aravena. Lo que han logrado hasta ahora estas iniciativas es apartar del debate político y mover al ámbito de lo social la situación de amplios sectores y aliviar a las autoridades de su responsabilidad al asumir ellos la dirección en la que deben organizarse las periferias. Ante la falta de acción de las autoridades, están actuando tal y como actúan los intereses privados, es decir, aprovechando el vacío. El resultado no es de ninguna manera mejor.
Con todo, estos proyectos al menos pretenden dotar de necesidades básicas y viviendas funcionales a la gente. Ahora bien, entonces, ¿por qué criticar estas iniciativas y no a los grandes intereses? Porque los intereses financieros y su voracidad son evidentes y fáciles de identificar y de alguna manera ya sabemos cuál es la agenda de las corporaciones. No se me malentienda, no dudo de la legitima motivación ni de la buena intención de estos colectivos e iniciativas. Pero no hay que perder de vista lo importante, por atender lo urgente.
La manera de aproximarse a la problemática de las periferias pasa por justamente no tratarlas como periferias. Esto último podría pasar de una escala urbana y metropolitana a una escala nacional, para combatir el centralismo, que es un problema apremiante, y cuyos efectos afectan, contrariamente a lo que se supondría, a la capital.
Al alejarte del centro de la ciudad estas adentrándote en la periferia, pero, si estos sectores tuvieran el mismo tratamiento en cuanto a usos de suelo, áreas verdes, accesibilidad, que las áreas consolidadas, en lugar de alejarte del centro, estarías simplemente, pasando a otro. Esto sería beneficioso para toda la ciudad. La morfología no debería tampoco ser una excusa para posibles regeneraciones urbanas sino todo lo contrario, porque además desde nuestra más remota herencia cultural tenemos ejemplos interesantísimos de ocupación en las zonas escarpadas y de difícil acceso. Y así como los Do Tanks enaltecen a la “arquitectura sin arquitectos”, se debería repensar y poner más énfasis en la “arquitectura sin arquitectura”, es decir en los Think Tanks y principalmente en las universidades, en donde actualmente abundan proyectos planteados para zonas marginales pero que no cuestionan la mismísima marginalidad.
La labor de las universidades no debería ser solamente dotar al mercado y a la sociedad de técnicos y expertos en solucionar los problemas, sino que, más importante aún, deberían ser los espacios en donde se cuestionen problemas de fondo y se replanteen las preguntas y no las respuestas.
Nota: El presente texto obtuvo el tercer lugar en el I Concurso Nacional de Crítica Arquitectónica, realizado en Perú, 2016.

sábado, 5 de noviembre de 2016

Fisiología Humana y Diseño Basado en la Evidencia

Por: Nikos Salingaros
Traducido del inglés por: Arq. Francisco Contreras Chávez
Fuente:
Nikos Salingaros. "Teoría de la arquitectura unificada - Capítulo 9: Fisiología humana y diseño basado en la evidencia (Parte I)" 13 abr 2016. ArchDaily Perú. Accedido el 5 Nov 2016. <http://www.archdaily.pe/pe/785351/teoria-de-la-arquitectura-unificada-capitulo-9-fisiologia-humana-y-diseno-basado-en-la-evidencia-parte-i>
Nikos Salingaros. "Teoría de la arquitectura unificada: Capítulo 9: Fisiología humana y diseño basado en la evidencia (Parte 2)" 21 jul 2016. ArchDaily Perú. Accedido el 5 Nov 2016. <http://www.archdaily.pe/pe/791780/teoria-de-la-arquitectura-unificada-capitulo-9-fisiologia-humana-y-diseno-basado-en-la-evidencia-parte-2

“…¿Cómo puede ser que en un mundo que ya está en contacto con la estructura viva a través de la cultura y la educación, las personas puedan estar desconectadas de sus sentimientos? ¿Cómo se puede negar un talento intuitivo para reconocer la 'vida' y hacer que los humanos al comienzo lo ignoren, y luego lo olviden por completo?…”
El acercamiento a la arquitectura desde la perspectiva completamente nueva de la coherencia organizada – lo que Christopher Alexander llama “totalidad” – unifica muchos fenómenos. Las distinciones tradicionales entre ornamento  y función, entre edificios y ecología, y entre la belleza y la estructura utilitaria se difuminan. Podemos buscar la “vida” en los artefactos y estructuras, lo cual explica la experiencia que tenemos de ellos.

Más adelante en este curso vamos a identificar las características, y medir los parámetros que contribuyen a nuestra impresión de “vida” en un objeto. Estas mediciones nos mostrarán que el fenómeno de la vida no es idiosincrático; sino que es, en gran medida, compartido entre todas las personas.
Hay un problema con decir que nos “gusta” algo. Esto no es lo mismo que el grado percibido de vida. Después de todo, incluso el edificio más horrible e inhumano, era al menos suficientemente del agrado del arquitecto y del cliente que lo mandó a construir. También sabemos que la millonaria industria de la publicidad existe principalmente para manipular nuestra opinión de lo que nos gusta.

Al contrario de esto, la percepción de “vida” en los objetos viene de una conexión establecida entre el observador-usuario y el objeto. Viene de una interdependencia fisiológica intuitiva, la cual podemos ignorar pero probablemente no podemos cambiar.
Alexander identifica algunas de estas características de esta conexión emocional a los artefactos y estructuras:
 
  1. Sentimos un sentimiento de alimento emocional de ellos.
  2. Si es que participamos en la construcción de estos, también sentimos este sentimiento de alimentación emocional.
  3. Podemos identificar esta conexión y distinguirla del gusto influenciado por los medios, para luego notar que mucha gente coincide con esta apreciación.
  4. Este no es solo un juicio estético, sino algo que se traslapa con aspectos más profundos de la cultura y la vida.
  5. La conexión puede ser comprobada empíricamente, y no se trata solo de una opinión.


Juzgar el grado relativo de conexión positiva que experimentamos personalmente entre nosotros y alguno de dos objetos es simple. El resultado se obtiene por medio del uso de un truco sicológico. El truco insta a nuestro cerebro a calcular la complejidad organizada de ambos objetos en una forma comparativa, pero no absoluta.

El test del “espejo del yo” de Christopher Alexander se pregunta cuál de los dos objetos que experimento me provee de una mejor imagen de mí mismo. Tenemos que imaginar nuestra personalidad completa, nuestras fortalezas y debilidades, nuestra humanidad, nuestras emociones, potenciales y experiencias de vida como si estuviesen de alguna forma codificadas en la estructura de estos dos objetos. Luego ¿cuál de estos dos objetos es una representación más fiel de mí mismo?

Alexander encontró que más del 80% de las personas escogen, de ese par presentado, el objeto que tiene un grado de “vida” más alto; calculado por otras formas de medir objetivas. Entonces, podríamos obviar cualquiera de estos cálculos y simplemente hacer la pregunta del “espejo del yo”. La correspondencia es alta como para ser una prueba bastante útil – aun así no infalible.
Esta prueba es exitosa en llevarnos lejos de preferencias y opiniones que hemos aprendido de fuentes externas, pero que no necesariamente corresponden a lo que nace profundamente desde el interior de nuestro ser. Esto traspasa ideas sobre la belleza que pueden estar cargadas de idiosincrasia, para mostrar realmente a lo que conectamos.

Lamentablemente es cierto que nuestro gusto ha sido manipulado de tal manera de convertirnos en el consumidor perfecto de moda y bienes industriales. El utilizar el “espejo del yo” de forma reiterada no solo nos hace más eficientes en su aplicación, sino que también nos ayuda a liberarnos de opiniones, imágenes e ideología. Nos hace más capaces de percibir la estructura viva.
Desde otro punto de vista, ¿cómo puede ser que en un mundo que ya está en contacto con la estructura viva a través de la cultura y la educación, las personas puedan estar desconectadas de sus sentimientos? ¿Cómo se puede negar un talento intuitivo para reconocer la “vida” y hacer que los humanos al comienzo lo ignoren,  y luego lo olviden por completo? El método es distraer nuestra atención, y utilizar una autoridad falsa que nos mantenga lejos de reconstruir conexiones vitales y mapas cognitivos.

Existen dos concepciones distintas de una experiencia compartida del mundo. La primera ocurre en cuanto utilizamos nuestro sistema perceptual para formar una visión de mundo honesta y directa. Ya que nuestra biología es compartida con otros humanos, nuestras experiencias son también en gran medida compartidas. El segundo escenario ocurre cuando un grupo completo de la población es engañada hacia una falsa visión de mundo. En este caso, lo que es compartido no es real, sino que existe solo como una imagen.

Si es que somos realmente capturados por un mundo irreal, y esta idea es reforzada por el hecho de que es compartida por otros, estas herramientas pueden ayudarnos a salir de esto. Una manera diferente de describir la prueba del “espejo del yo” es sentir como un objeto o ambiente específico afecta nuestra humanidad. Pregúntese a usted mismo: “¿está mi propio sentido de humanidad incrementándose o disminuyéndose por medio de estar expuesto a esta estructura especifica?” Aquí podemos olvidar nuestra civilización mecanicista y utilizar solo nuestra intuición sobre nuestro estados emocionales internos.

La prueba de “espejo del yo”  toma lo que nos recuerda a la naturaleza, como por ejemplo: las escalas jerárquicas naturales,  la complejidad organizada de los materiales naturales, y otras características geométricas que hacen que un objeto luzca más “vivo”. Cuando conectamos a un ambiente porque nos sentimos parte de él, y a gusto en él, podemos desarrollar nuestras vidas y ocupaciones con más placer y menos tensiones. Este sentido de bienestar no ocurre conscientemente.

A menudo experimentamos un alto nivel de “vida” en objetos y edificios con imperfecciones –edificios en ruinas, artefactos antiguos con partes dañadas, etc. Esto no disminuye su atractivo. Los turistas vuelan largas distancias para ver y experimentar ruinas, y los coleccionistas compran alfombras antiguas que incluso pueden estar en mal estado.
Utilizar la prueba de “espejo del yo”  nos da una herramienta clave para implementar un diseño basado en evidencia. Hay dos aspectos en esta metodología. El primero fue deducido con pruebas médicas y mide los efectos de estructuras y ambientes construidos en la salud humana. No es difícil comparar distintas alternativas de diseño de acuerdo a su potencial curativo – es decir, datos duros de pacientes curándose más rápido en ciertos ambientes. En un comienzo aplicado solo al diseño de hospitales, el diseño basado en evidencia es ahora aplicado a otros proyectos más generales.

"…Las formas simplistas pueden ignorar la humanidad de las personas, y aun así son apreciadas por los arquitectos de hoy, quienes las valoran bajo fundamentos estéticos. Pero la pureza formal y la simplicidad no tienen ningún significado para los usuarios. Las personas normales no son atrapadas por los juegos intelectuales de los arquitectos..."

El diseño basado en evidencia se está convirtiendo rápidamente en una herramienta de uso común en las escuelas de diseño (ver “Diseño basado en evidencia en escuelas primarias y secundarias”, 2010, de Peter C. Lippman). Pero su aplicación actual, siendo elogiable, deja afuera los demás componentes clave para un diseño adaptativo: biofilia, inteligencia en el ambiente (ambos discutidos en este libro), y los lenguajes de patrones. Todos ellos deben complementarse para dar resultados de diseño óptimos.

El diseño basado en evidencia permite a un arquitecto la evaluación de un diseño y sus variaciones, de manera de ver si contribuye al bienestar humano. Esto posibilita elecciones informadas que empujan y guían un diseño hacia una forma final más adaptativa. Podemos saber que el resultado final será más adaptativo, ya que podemos analizar cada etapa intermedia de un diseño en evolución.

El segundo aspecto del diseño basado en evidencia es la utilización de retroalimentación. En términos prácticos, el diseño adaptativo se lleva a cabo a través de iteraciones, donde cada paso es revisado según la evidencia de bienestar creciente o decreciente. Este proceso no utiliza una formula, ni tampoco se guía por reglas o imágenes abstractas. Un diseño se adapta a través de iteraciones, con indicadores fisiológicos que analizan cada paso del proceso.

Claramente este método funciona mejor cuando el proceso de diseño es evolutivo, incluyendo el ajuste en muchos pasos del proceso. No funciona para nada en casos donde el arquitecto o diseñador llega a una solución en un solo paso. ¿Dónde está la adaptación en este caso? No existe.

Cuando un edificio es definido de una sola vez y siguiendo prototipos no-probados es muy difícil que se llegue a un proyecto que sea positivo para la salud humana, y menos que este sea del gusto del habitante.

El diseño basado en evidencia tampoco puede funcionar en oficinas de arquitectura donde el diseño se basa en prototipos no probados. ¿Por qué algunos prototipos constructivos, ahora estándares, son utilizados una y otra vez, pero nunca se analiza la evidencia de su adaptación? ¿No se les ocurre a aquellos arquitectos llevar a cabo experimentos médicos solo para asegurarse de que lo que están haciendo no está enfermando a sus ocupantes? Estos ambientes sin probar podrían ser estresantes o hacer daño de otra forma a sus ocupantes. El problema es que los arquitectos en este momento no están entrenados para medir indicadores sicológicos.

Los diseños poco sanos tienen algo en común: se ajustan a una imagen o concepción abstracta inicial de cómo debería verse un edificio. Alguien proporcionó la imagen inicialmente, y todos los demás la copian sin una reflexión. Este modelo visual icónico es tan autoritario, que se le ubica por encima de la necesidad de evidencia. De hecho, si la evidencia apoya una visión contraria, el modelo original es mantenido con fanatismo religioso, mientras que la evidencia misma es olvidada. Los arquitectos no están acostumbrados a aceptar los fracasos, son muy orgullosos como para reconocer que cometieron un error.

La prueba del “espejo del yo” puede ayudar a revertir esta desafortunada práctica. Cualquier persona puede ser entrenada para utilizarla; no hay necesidad de tener una retroalimentación directa con los indicadores fisiológicos que medirán los niveles de tensión del cuerpo. Estos indicadores detectan un diseño fallido de forma inequívoca. Cualquiera puede utilizar esta prueba para diferenciar cual de dos ambientes le hace mejor al ser humano que otro.

Si las personas aplicaran de manera constante la prueba del “espejo del yo”, probablemente hubiésemos evitado algunos de los ambientes inhumanos que han sido construidos en las décadas pasadas. Una de aquellas tipologías es el bloque de departamentos extremadamente largo, el cual hospeda a miles de personas en una caja de alrededor de ocho niveles. Desde el prototipo construido por los Nazis en la isla alemana de Rugen, al complejo habitacional Pruitt-Igoe en Saint Louis, al complejo Corviale en Roma, todos han sido fracasos.

Tales ejemplos de tipologías constructivas basadas en la baja complejidad, no pueden adaptarse al uso y sensibilidades humanas. Sus arquitectos se olvidaron de las personas, o bien tenían buenas intenciones pero no sabían lo que estaban haciendo. El diseño se transformó en un ejercicio intelectual en forma pura –desafortunadamente, los empresarios inmobiliarios adoptaron esta tipología porque es de construcción barata. La tipología finalmente se convierte en algo guiado por el dinero.

Las formas simples pueden ignorar la humanidad de las personas, pero aun así son apreciadas por los arquitectos de hoy, quienes las valoran bajo fundamentos estéticos. Pero la pureza formal y la simplicidad no tienen ningún significado para los usuarios. Las personas normales no son atrapadas por los juegos intelectuales de los arquitectos. Por el contrario, vemos un nivel muy alto de complejidad organizada cuando las personas construyen por ellas mismas, como por ejemplo en los campamentos o tomas, los cuales probablemente tienen un grado de optimización menor a lo ideal. Estos representan lo opuesto al diseño formal.

El problema nace de los críticos que juzgan edificios por su imagen, y no por la experiencia personal directa. En general a los críticos no les interesa si las cosas funcionan o si se ajustan al problema. Los críticos también dependen de los arquitectos famosos, y en las grandes empresas de ingeniería con las que ellos trabajan, de manera que nunca se atreverían a criticar su trabajo. Arquitectos diseñando estrictamente para la admiración de otros arquitectos, y críticos que son deshonestos en su labor da como resultado una profesión que tiene pocas opciones de salir del círculo vicioso de auto-validación irresponsable.

Hasta ahora, durante el siglo XX y lo que va del XXI, el poder seductor de las imágenes icónicas ha sobrepasado todas las demás consideraciones. Tipologías geométricas rígidas son aplicadas sin razonamiento. Lo que es aún peor, tipologías erróneas son utilizadas como base para la innovación arquitectónica, y las nuevas formas desafortunadamente mantienen las peores características de sus referentes. El diseño basado en evidencia y la prueba del “espejo del yo” pueden ayudarnos a liberarnos de esta práctica tan poco productiva.

Las Ciudades se pensaron y Diseñaron para las Personas de 20 a 50 años

Resumen: Entrevista de Kléver Paredes al Arq. Fernando Carrión, arquitecto, catedrático e investigador de la Flacso. Presenta los retos ineludibles que deben asumir las ciudades frente al envejecimiento de sus habitantes. 

El envejecimiento poblacional es un hecho ineludible, a pesar de que sobre este fenómeno mundial no existe la suficiente conciencia, como tampoco los retos que significa la longevidad. Qué sucede al interior de las grandes urbes en las cuales sus habitantes jóvenes empiezan a sumar años, a cambiar la pirámide demográfica y, por lo mismo, a ejercer presión sobre nuevas demandas. 

Al próximo encuentro Hábitat III, que se realizará en Quito, llegamos con más del 80 por ciento de la población viviendo en las zonas urbanas de las ciudades. Frente a esta nueva realidad, ¿qué cabida pueden tener las personas adultas mayores? 
Hay dos fenómenos de los cuales debemos partir. Uno: cuando hablamos de América Latina en 1950, el 41 por ciento de la población vivía en ciudades. En 2010, el 82 por ciento. Esto significa que en 1950, el 59 por ciento de la población estaba en el campo y ahora solo el 18 por ciento. Según estas cifras, da la impresión de que el proceso de migración del campo a la ciudad se cerró y se abre uno de migración de la ciudad a la ciudad, en el sentido de que ahora tenemos migraciones interurbanas y entre ellas las más importantes, las internacionales porque establecen una nueva relación. Ejemplos de estas ciudades está Cuenca, que no puede prescindir de Murcia; La Habana de Miami o urbes de México. Se cerró el ciclo de la migración del campo a la ciudad. Dos: la pirámide de edades en América Latina se está invirtiendo. Ya la base no son los niños y los jóvenes. Hay nuevas categorías, aparecen los adultos mayores y esto produce cambios en diferentes aspectos, como la edificación de condominios para ciertos segmentos de población o espacios donde el concepto es recluir al anciano. En otros países existe otro concepto, que la ciudad sea más amigable con los distintos grupos de edades, entre ellos los adultos mayores. 

El cambio de la pirámide poblacional representa varios retos, no solo desde la seguridad social o de las ciudades sino desde diferentes ámbitos y estos temas en el país no son motivo de debate, no se les da la suficiente importancia a pesar de los llamados de los organismos internacionales... 
Yo diría que en algunos países sí y en otros no. En Chile, por ejemplo, después de las grandes marchas registradas hace poco por la seguridad social existe un reconocimiento de esta realidad. Cuando menciono la seguridad social es porque actualmente hay una estrecha relación con la vivienda; si los adultos mayores no tienen capacidad de crédito por la edad, esto implica una redefinición del seguro social. En el caso concreto de Ecuador una buena inversión que se realizó es en el sector de salud. 

Se puede decir que las ciudades de Ecuador son amigables con los adultos mayores... 
No. Las ciudades están muy rezagadas frente al cambio del perfil de la población, porque se demoran más en responder a las nuevas realidades. Están rezagadas no solo frente a los adultos mayores sino también a las mujeres y los niños. Las ciudades son como para gente de 20 a 50 años. Eso tiene que ir cambiando y será por la presión del perfil demográfico. 

¿Por dónde debe empezar este cambio porque desde los actores políticos no está incluido ni en su discurso el tema del envejecimiento poblacional; desde los adultos mayores su capacidad de organización no incide en la opinión pública, ¿quiénes son entonces los llamados a liderar este proceso? 
Yo creo que ahí existe un problema complicado: los adultos mayores no votan, entonces no son atractivos para la política a pesar de que van creciendo en una posición marginal, pero su presión no es de carácter político. ¿Por dónde empezar? Existen algunas ordenanzas, especialmente en Quito y Cuenca, que incorporan temas frente a la discapacidad que es otro problema fuerte; sobre el espacio público se debería empezar a plantear ordenanzas que permitan redefinir la ciudad en función de las demandas de la población de mayor edad. 

Los accesos que se habilitan en las ciudades son presentados como algo excepcional, no como un derecho, es necesario pensar en los adultos mayores con un criterio más amplio que la accesibilidad... 
Por lo pronto se ha dado más importancia al tema de la movilidad y esto significa eliminar las barreras arquitectónicas que no es otra cosa que poner rampas en las veredas. Quito es una ciudad complicada por los distintos niveles que tiene. Las veredas en ciertas zonas son intransitables para las personas mayores. En los parques no hay la posibilidad de realizar ciertas actividades físicas para la gente de mayor edad; hay ciertos aparatos que se han colocado, pero no pueden ser utilizados por las personas de todas las edades. Lo más grave -considero- es que los códigos de arquitectura no están adecuados y por esta razón el espacio público probablemente es el que más se ha hecho amigable en relación al arquitectónico. 

Es urgente pensar en el envejecimiento y la vejez desde diferentes ámbitos... 
Eso es indudable y ahí vamos a empezar a ver el déficit de nuestras ciudades. Algo ya se empieza a ver por ejemplo con los nuevos biarticulados que circulan en Quito, porque cuentan con espacios para personas con capacidades especiales. Eso es bueno porque se genera una cultura de respeto. 

¿Hace falta construir una nueva cultura? 
Si la población envejece la ciudad debe irse adaptando a ese proceso, si nosotros tuvimos una ciudad de la juventud el envejecimiento nos obliga a cambiar. 

La ciudad también debe cambiar la mirada negativa hacia los viejos y mirarlos más desde su aporte... 
Eso no tiene que ver mucho con la parte física de la ciudad, pero sí con la cultura ciudadana porque no nos damos cuenta de los cambios demográficos y en este sentido el papel de los medios de comunicación es importante; igual el papel del diseño urbano porque no solo se soluciona problemas sino se genera ciertas formas de atención a la población, una cultura distinta, que respete y construya a través de esos imaginarios una ciudad distinta. 

Esta es responsabilidad de los municipios, que a través de proyectos, entre ellos los emblemáticos aporten a construir una cultura diferente... 
Yo pienso en el Metro de Quito que debería tener una política cultural porque va a ser un polo de atracción, no solo de la movilidad sino de la presencia de una ideología de la modernidad, pero uno de los problemas es mirar a estos proyectos como unifuncionales, que sirven solo para movilizar personas, cuando el Metro puede ser un elemento de educación cívica. 

¿Como están dadas las cosas en este momento considera que hay la intención de que este proyecto construya esa nueva cultura, tan necesaria? 
A mí me da la impresión que no, la concepción que prima es esta de la unifuncionalidad que mueva gente de un lado a otro. 

Y la academia ¿qué debe hacer frente al envejecimiento? 
Hay mucho que hacer. Un campo es la investigación porque existen estudios sobre niños o jóvenes pero casi nada sobre adultos mayores. Otro aspecto, hay que formar a gente con nuevos paradigmas, nuevos marcos teóricos. Uno de los cambios para las ciudades es la planificación urbana porque las ciudades no cambian por sí solas sino a base de las políticas y si no tenemos técnicos con estos nuevos conocimientos va ser muy difícil lograr esto.